Cada 19 de junio Uruguay rinde homenaje al nacimiento de su máximo prócer, José Gervasio Artigas. Su figura, cargada de ideales de libertad, justicia social y soberanía popular, trasciende el tiempo y las fronteras. Y en ese espíritu profundamente nacional, hay un lugar que lo recuerda de forma permanente, más allá de monumentos o discursos: el Gran Parque Central.
No es casual que el Estadio de Nacional se haya erigido en el mismo lugar donde se encontraba la llamada “Quinta de la Paraguaya”, sitio en el que, en 1811, Artigas fue proclamado “Jefe de los Orientales”. Ese lugar, que simboliza la comunión entre Artigas y su pueblo —unidos en la defensa de ideales que aún resuenan en la identidad uruguaya—, es desde 1900 el hogar de La Primera Hinchada del Mundo.
El Gran Parque Central no es solo un escenario deportivo, es también un monumento vivo a la historia del país. Allí no solo se forjaron páginas doradas del fútbol uruguayo, como el primer partido en la historia de las Copas del Mundo o los títulos ganados por el Decano, sino que también se respira patria. La conexión con Artigas no es simbólica: es geográfica, histórica y cultural.
Nacional, el primer club criollo de América, que fue fundado por estudiantes con espíritu republicano, adoptó desde sus orígenes los colores azul, blanco y rojo para su escudo y su camiseta en homenaje a los colores de la bandera de José Artigas, así como también adoptó valores alineados con el ideario artiguista.
En cada partido, en cada bandera desplegada en la Tribuna Abdón Porte, en cada niño que pisa el Gran Parque Central por primera vez, se renueva ese vínculo invisible pero profundo entre la historia nacional y la historia de Nacional.
Este 19 de junio, entonces, no es solo un feriado, es una oportunidad para recordar que en cada rincón del Parque late una parte del sueño artiguista, y que cada vez que la camiseta Tricolor entra a la cancha, también entra la memoria viva de un pueblo que no olvida de dónde viene.
